< "Drink-- Bebida"
Sherwood Anderson (1876–1941).  Winesburg, Ohio.  1919.
Godliness: A Tale in Four Parts --Devoción. Cuento en cuatro partes
Edición bilingüe, inglés-español, de Miguel Garci-Gomez
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Godliness: I


THERE were always three or four old people sitting on the front porch of the house or puttering about the garden of the Bentley farm. Three of the old people were women and sisters to Jesse. They were a colorless, soft voiced lot. Then there was a silent old man with thin white hair who was Jesse’s uncle.
Devoción: I


Siempre había tres o cuatro ancianos sentados en el porche principal de la casa o haraganeando por el jardín de la granja Bentley. Tres de ellos eran mujeres y hermanas de Jesse. Formaban un grupo discreto y anodino. El cuarto, un hombre muy callado de finos cabellos blancos, era el tío de Jesse.
  The farmhouse was built of wood, a board outer-covering over a framework of logs. It was in reality not one house but a cluster of houses joined together in a rather haphazard manner. Inside, the place was full of surprises. One went up steps from the living room into the dining room and there were always steps to be ascended or descended in passing from one room to another. At meal times the place was like a beehive. At one moment all was quiet, then doors began to open, feet clattered on stairs, a murmur of soft voices arose and people appeared from a dozen obscure corners. La granja era de madera, una estructura de vigas cubierta de tablones. En realidad no era una casa, sino un grupo de casas unidas de forma más bien irregular. Dentro estaba llena de sorpresas. Para ir del salón al comedor había que subir unas escaleras y, para pasar de una habitación a la otra, siempre había que subir o bajar escalones. A las horas de las comidas, la casa parecía una colmena. En cualquier otro momento del día estaba tranquila, luego se abrían las puertas y resonaban pisadas en las escaleras, se oía un murmullo de voces y empezaba a aparecer gente de una docena de rincones oscuros.
  Beside the old people, already mentioned, many others lived in the Bentley house. There were four hired men, a woman named Aunt Callie Beebe, who was in charge of the housekeeping, a dull-witted girl named Eliza Stoughton, who made beds and helped with the milking, a boy who worked in the stables, and Jesse Bentley himself, the owner and overlord of it all. Aparte de los ancianos, vivía mucha más gente en la granja Bentley. Había cuatro jornaleros, una mujer llamada tía Callie Beebe, que cuidaba la casa, una niña retrasada llamada Eliza Stoughton, que hacía las camas y ayudaba con el ordeño, un muchacho que trabajaba en los establos y el propio Jesse Bentley, el propietario y señor de todo aquello.
  By the time the American Civil War had been over for twenty years, that part of Northern Ohio where the Bentley farms lay had begun to emerge from pioneer life. Jesse then owned machinery for harvesting grain. He had built modern barns and most of his land was drained with carefully laid tile drain, but in order to understand the man we will have to go back to an earlier day. Veinte años después de concluir la Guerra Civil norteamericana, la región del norte de Ohio donde se encontraba la granja Bentley había empezado a dejar atrás el estilo de vida de los pioneros. Por entonces, Jesse poseía maquinaria para cosechar el grano. Había construido graneros modernos y desecado la mayoría de sus tierras mediante un cuidadoso sistema de drenaje, pero para comprender mejor a nuestro hombre tendremos que remontarnos a una época anterior.
  The Bentley family had been in Northern Ohio for several generations before Jesse’s time. They came from New York State and took up land when the country was new and land could be had at a low price. For a long time they, in common with all the other Middle Western people, were very poor. The land they had settled upon was heavily wooded and covered with fallen logs and underbrush. After the long hard labor of clearing these away and cutting the timber, there were still the stumps to be reckoned with. Plows run through the fields caught on hidden roots, stones lay all about, on the low places water gathered, and the young corn turned yellow, sickened and died. La familia Bentley llevaba varias generaciones viviendo en el norte de Ohio cuando nació Jesse. Eran oriundos del estado de Nueva York y compraron tierras cuando el país era virgen y podían comprarse tierras a precios bajos. Durante largo tiempo, y al igual que otros muchos habitantes del Medio Oeste, fueron muy pobres. La tierra en que se habían establecido era muy boscosa y estaba cubierta de maleza y troncos caídos. Tras la larga y fatigosa labor de desbrozar los campos y talar los árboles, tuvieron que arrancar los tocones. Los arados se enganchaban en las raíces enterradas, había piedras por todas partes, el agua se encharcaba en las partes bajas y el maíz amarilleaba y acababa marchitándose.
  When Jesse Bentley’s father and brothers had come into their ownership of the place, much of the harder part of the work of clearing had been done, but they clung to old traditions and worked like driven animals. They lived as practically all of the farming people of the time lived. In the spring and through most of the winter the highways leading into the town of Winesburg were a sea of mud. The four young men of the family worked hard all day in the fields, they ate heavily of coarse, greasy food, and at night slept like tired beasts on beds of straw. Into their lives came little that was not coarse and brutal and outwardly they were themselves coarse and brutal. On Saturday afternoons they hitched a team of horses to a three-seated wagon and went off to town. In town they stood about the stoves in the stores talking to other farmers or to the store keepers. They were dressed in overalls and in the winter wore heavy coats that were flecked with mud. Their hands as they stretched them out to the heat of the stoves were cracked and red. It was difficult for them to talk and so they for the most part kept silent. When they had bought meat, flour, sugar, and salt, they went into one of the Winesburg saloons and drank beer. Under the influence of drink the naturally strong lusts of their natures, kept suppressed by the heroic labor of breaking up new ground, were released. A kind of crude and animal-like poetic fervor took possession of them. On the road home they stood up on the wagon seats and shouted at the stars. Sometimes they fought long and bitterly and at other times they broke forth into songs. Once Enoch Bentley, the older one of the boys, struck his father, old Tom Bentley, with the butt of a teamster’s whip, and the old man seemed likely to die. For days Enoch lay hid in the straw in the loft of the stable ready to flee if the result of his momentary passion turned out to be murder. He was kept alive with food brought by his mother, who also kept him informed of the injured man’s condition. When all turned out well he emerged from his hiding place and went back to the work of clearing land as though nothing had happened. Cuando el padre y los hermanos de Jesse Bentley se convirtieron en propietarios del terreno, la mayor parte del trabajo estaba terminada, pero siguieron con sus viejas tradiciones y trabajaron como animales. Vivían como han vivido siempre casi todos los granjeros. En primavera y durante casi todo el invierno los caminos que conducían al pueblo de Winesburg eran ríos de fango. Los cuatro jóvenes de la familia trabajaban de firme en los campos todo el día, tomaban una comida pesada y grasienta y por la noche dormían como bestias exhaustas sobre jergones de paja. En sus vidas apenas había nada que no fuese rudo y brutal y exteriormente ellos mismos también lo eran. Los sábados por la tarde, enganchaban los caballos a una carreta de tres asientos e iban al pueblo. Una vez allí se arrimaban a la estufa de algún almacén y conversaban con otros granjeros o con los dueños de las tiendas. Iban vestidos con monos de faena y en invierno usaban pesados chaquetones salpicados de barro. Cuando extendían las manos para calentárselas en la estufa se veía que estaban rojas y agrietadas. A todos ellos les costaba trabajo hablar, por lo que la mayor parte del tiempo se limitaban a guardar silencio. Después de comprar carne, harina, azúcar y sal, entraban en alguno de los bares de Winesburg y bebían cerveza. Bajo la influencia de la bebida, se desataban los fuertes apetitos de su naturaleza, reprimidos por la heroica labor de roturar las nuevas tierras. Los dominaba una especie de ardor grosero, poético y animal. De vuelta a casa, se ponían de pie sobre los asientos de la carreta y gritaban a las estrellas. A veces se peleaban larga y amargamente y en ocasiones se ponían a cantar. En cierta ocasión, Enoch Bentley, el hijo mayor, golpeó a su padre, el viejo Tom Bentley, con la contera de un látigo de carretero, y el viejo estuvo al borde de la muerte. Enoch pasó varios días oculto en el pajar del establo, preparado para huir si aquel arrebato momentáneo acababa siendo un asesinato. Se mantuvo con vida gracias a la comida que le llevaba su madre, quien también le informaba del estado del herido. Cuando todo acabó bien, salió de su escondrijo y volvió a la labor de limpiar los campos, como si nada hubiera ocurrido.
  The Civil War brought a sharp turn to the fortunes of the Bentleys and was responsible for the rise of the youngest son, Jesse. Enoch, Edward, Harry, and Will Bentley all enlisted and before the long war ended they were all killed. For a time after they went away to the South, old Tom tried to run the place, but he was not successful. When the last of the four had been killed he sent word to Jesse that he would have to come home. La Guerra Civil supuso un brusco cambio en el destino de los Bentley y fue responsable del éxito del hijo menor, Jesse. Enoch, Edward, Harry y Will Bentley se alistaron y, antes de que terminase aquella larga guerra, todos habían muerto. Por un tiempo, después de que se marcharan al sur, el viejo Tom trató de sacar adelante la granja, pero no lo consiguió. Cuando mataron al último de los cuatro, escribió a Jesse diciéndole que tendría que volver.
  Then the mother, who had not been well for a year, died suddenly, and the father became altogether discouraged. He talked of selling the farm and moving into town. All day he went about shaking his head and muttering. The work in the fields was neglected and weeds grew high in the corn. Old Tim hired men but he did not use them intelligently. When they had gone away to the fields in the morning he wandered into the woods and sat down on a log. Sometimes he forgot to come home at night and one of the daughters had to go in search of him. Luego la madre, que llevaba enferma un año, murió de repente, y el padre acabó de desanimarse. Empezó a hablar de vender la granja y de irse a vivir al pueblo. Se pasaba el día murmurando y moviendo la cabeza. Descuidó el trabajo en los campos y el maizal se llenó de malas hierbas. El viejo Tom contrató a unos cuantos peones pero no supo emplearlos con inteligencia. Cuando los jornaleros iban a los campos por la mañana, él vagaba por los bosques y se sentaba en algún tronco. A veces olvidaba volver a casa por la noche y una de sus hijas tenía que ir a buscarlo.
  When Jesse Bentley came home to the farm and began to take charge of things he was a slight, sensitive-looking man of twenty-two. At eighteen he had left home to go to school to become a scholar and eventually to become a minister of the Presbyterian Church. All through his boyhood he had been what in our country was called an “odd sheep” and had not got on with his brothers. Of all the family only his mother had understood him and she was now dead. When he came home to take charge of the farm, that had at that time grown to more than six hundred acres, everyone on the farms about and in the nearby town of Winesburg smiled at the idea of his trying to handle the work that had been done by his four strong brothers. Cuando Jesse Bentley regresó a la granja y empezó a hacerse cargo de las cosas era un hombre menudo de veintidós años y aspecto sensible. A los dieciocho se había marchado de casa para ir a la escuela y con el tiempo convertirse en pastor de la Iglesia Presbiteriana. Toda su niñez había sido lo que se llama un bicho raro y nunca había congeniado con sus hermanos. De toda la familia, la única que lo había entendido era su madre y ahora estaba muerta. Cuando volvió para ponerse al frente de la granja—que para entonces tenía más de seiscientos acres—los demás granjeros y los habitantes del cercano pueblo de Winesburg sonrieron ante la idea de que pretendiera hacer él solo el trabajo que hasta entonces habían hecho sus cuatro fornidos hermanos.
  There was indeed good cause to smile. By the standards of his day Jesse did not look like a man at all. He was small and very slender and womanish of body and, true to the traditions of young ministers, wore a long black coat and a narrow black string tie. The neighbors were amused when they saw him, after the years away, and they were even more amused when they saw the woman he had married in the city. Tenían buenos motivos para sonreír. Según los cánones de su época, Jesse ni siquiera parecía un hombre. Era pequeño, muy delgado y de aspecto femenino y, fiel a la tradición de los pastores jóvenes, vestía una larga levita de color oscuro y una corbata negra y estrecha. Los vecinos se rieron al verlo después de tantos años, y todavía se rieron más cuando vieron a la mujer con quien se había casado en la ciudad.
  As a matter of fact, Jesse’s wife did soon go under. That was perhaps Jesse’s fault. A farm in Northern Ohio in the hard years after the Civil War was no place for a delicate woman, and Katherine Bentley was delicate. Jesse was hard with her as he was with everybody about him in those days. She tried to do such work as all the neighbor women about her did and he let her go on without interference. She helped to do the milking and did part of the housework; she made the beds for the men and prepared their food. For a year she worked every day from sunrise until late at night and then after giving birth to a child she died. Lo cierto es que la mujer de Jesse no duró mucho. Tal vez Jesse tuviera la culpa. Una granja en el norte de Ohio, en los años difíciles después de la Guerra Civil, no era sitio para una mujer delicada, y Katherine Bentley lo era. Jesse fue tan implacable con ella como con todos los que lo rodeaban en aquellos tiempos. Katherine se esforzó por trabajar igual que hacían sus vecinas y su marido se lo permitió sin entrometerse. Ayudaba con el ordeño y se ocupaba de parte de las tareas de la casa: hacía las camas y preparaba la comida. Durante un año, trabajó a diario desde la salida del sol hasta bien entrada la noche y luego, después de dar a luz a un niño, murió.
  As for Jesse Bentley—although he was a delicately built man there was something within him that could not easily be killed. He had brown curly hair and grey eyes that were at times hard and direct, at times wavering and uncertain. Not only was he slender but he was also short of stature. His mouth was like the mouth of a sensitive and very determined child. Jesse Bentley was a fanatic. He was a man born out of his time and place and for this he suffered and made others suffer. Never did he succeed in getting what he wanted out of fife and he did not know what he wanted. Within a very short time after he came home to the Bentley farm he made everyone there a little afraid of him, and his wife, who should have been close to him as his mother had been, was afraid also. At the end of two weeks after his coming, old Tom Bentley made over to him the entire ownership of the place and retired into the background. Everyone retired into the background. In spite of his youth and inexperience, Jesse had the trick of mastering the souls of his people. He was so in earnest in everything he did and said that no one understood him. He made everyone on the farm work as they had never worked before and yet there was no joy in the work. If things went well they went well for Jesse and never for the people who were his dependents. Like a thousand other strong men who have come into the world here in America in these later times, Jesse was but half strong. He could master others but he could not master himself. The running of the farm as it had never been run before was easy for him. When he came home from Cleveland where he had been in school, he shut himself off from all of his people and began to make plans. He thought about the farm night and day and that made him successful. Other men on the farms about him worked too hard and were too fired to think, but to think of the farm and to be everlastingly making plans for its success was a relief to Jesse. It partially satisfied something in his passionate nature. Immediately after he came home he had a wing built on to the old house and in a large room facing the west he had windows that looked into the barnyard and other windows that looked off across the fields. By the window he sat down to think. Hour after hour and day after day he sat and looked over the land and thought out his new place in life. The passionate burning thing in his nature flamed up and his eyes became hard. He wanted to make the farm produce as no farm in his state had ever produced before and then he wanted something else. It was the indefinable hunger within that made his eyes waver and that kept him always more and more silent before people. He would have given much to achieve peace and in him was a fear that peace was the thing he could not achieve. En cuanto a Jesse Bentley, aunque fuese de constitución delicada, había algo en su interior que no podía matarse con facilidad. Tenía el cabello castaño y rizado y unos ojos grises que a veces miraban fijos y con dureza y a veces parecían vacilantes e inseguros. Además de delgado, era corto de estatura. Su boca era la de un niño sensible y decidido. Jesse Bentley era un fanático. Era un hombre de su tiempo y por esa razón sufría y hacía sufrir a los demás. Nunca logró lo que quería de la vida y es probable que ni siquiera llegara a saber lo que quería. Muy poco después de su vuelta a la granja Bentley todos le habían cogido miedo, e incluso le temía su mujer, que debería haber estado tan cerca de él como lo había estado antes su madre. Dos semanas después de su llegada, el viejo Tom Bentley lo puso al frente de todo y se retiró a un segundo plano. Todo el mundo pasó a un segundo plano. A pesar de su juventud e inexperiencia, Jesse sabía cómo dominar a los suyos. Ponía tanto empeño en todo lo que hacía y decía que nadie lo comprendía. Obligó a los de la granja a trabajar como nunca habían trabajado antes, pero todos lo hacían sin alegría. Cuando las cosas iban bien, le iban bien a Jesse, pero nunca a sus subordinados. Al igual que otros miles de hombres fuertes que vinieron al mundo en Norteamérica en esos tiempos, Jesse no era exactamente fuerte. Sabía dominar a los demás, pero era incapaz de dominarse a sí mismo. Le resultó fácil dirigir la granja como nadie la había dirigido antes. Cuando volvió de Cleveland, donde había asistido a la escuela, se aisló de los suyos y empezó a hacer planes. Pensaba en la granja noche y día y eso le ayudó a triunfar. Otros granjeros trabajaban demasiado y no tenían tiempo para pensar, pero para Jesse pensar en la granja y estar tramando planes constantemente era un modo de descansar. Una forma de satisfacer en parte su naturaleza apasionada. Justo después de su llegada, hizo que añadieran un ala a la casa vieja y mandó abrir varios ventanales en una gran habitación que daba al oeste y desde donde se veían el granero y los campos. Cuando quería pensar, se sentaba junto a la ventana. Pasaba allí los días y las horas y contemplaba las tierras y consideraba su nueva situación en la vida. El ardor de su temperamento se reavivaba y sus ojos se volvían implacables. Quería que la granja produjese como ninguna otra granja del estado había producido antes y también quería algo más. El ansia indefinible que lo embargaba hacía que sus ojos vacilaran y que se volviera cada vez más silencioso en presencia de los demás. Habría dado cualquier cosa por conseguir estar en paz y temía no poder lograrlo nunca.
  All over his body Jesse Bentley was alive. In his small frame was gathered the force of a long line of strong men. He had always been extraordinarily alive when he was a small boy on the farm and later when he was a young man in school. In the school he had studied and thought of God and the Bible with his whole mind and heart. As time passed and he grew to know people better, he began to think of himself as an extraordinary man, one set apart from his fellows. He wanted terribly to make his life a thing of great importance, and as he looked about at his fellow men and saw how like clods they lived it seemed to him that he could not bear to become also such a clod. Although in his absorption in himself and in his own destiny he was blind to the fact that his young wife was doing a strong woman’s work even after she had become large with child and that she was killing herself in his service, he did not intend to be unkind to her. When his father, who was old and twisted with toil, made over to him the ownership of the farm and seemed content to creep away to a corner and wait for death, he shrugged his shoulders and dismissed the old man from his mind. Jesse Bentley rebosaba vitalidad. En su cuerpo menudo se concentraba toda la fuerza de un largo linaje de hombres fuertes. Siempre había sido extraordinariamente vivaracho cuando era niño en la granja, igual que lo fue más tarde de muchacho en la escuela. Allí había puesto todo su ahínco en estudiar y en pensar en Dios y en la Biblia. Con el paso del tiempo, fue aprendiendo a conocer mejor a la gente y llegó a tenerse por un hombre extraordinario al margen de los demás. Deseaba con todas sus fuerzas que su vida tuviera gran importancia y, al observar a sus semejantes y constatar que llevaban una existencia propia de patanes, se convencía de que no soportaría convertirse en un patán como ellos. Aunque estaba tan obsesionado consigo mismo y su propio destino que no reparó en que su joven esposa estaba haciendo el trabajo de una mujer fuerte, incluso después de quedarse encinta, ni en que se estaba matando para servirlo, nunca pretendió ser desagradable con ella. Cuando su padre, que era anciano y estaba quebrantado por el trabajo, le dejó la granja y pareció alegrarse de apartarse a un rincón a esperar la llegada de la muerte, él se encogió de hombros y apartó al anciano de su imaginación.
  In the room by the window overlooking the land that had come down to him sat Jesse thinking of his own affairs. In the stables he could hear the tramping of his horses and the restless movement of his cattle. Away in the fields he could see other cattle wandering over green hills. The voices of men, his men who worked for him, came in to him through the window. From the milk-house there was the steady thump, thump of a churn being manipulated by the half-witted girl, Eliza Stoughton. Jesse’s mind went back to the men of Old Testament days who had also owned lands and herds. He remembered how God had come down out of the skies and talked to these men and he wanted God to notice and to talk to him also. A kind of feverish boyish eagerness to in some way achieve in his own life the flavor of significance that had hung over these men took possession of him. Being a prayerful man he spoke of the matter aloud to God and the sound of his own words strengthened and fed his eagerness. Jesse se sentaba junto a la ventana desde donde se dominaban las tierras que había heredado y se ponía a pensar en sus asuntos. En los establos se oía el patear de sus caballos y el inquieto movimiento de su ganado. A lo lejos, en los campos, veía otras reses de su propiedad que vagaban por las verdes colinas. Las voces de los hombres, los peones que trabajaban para él, le llegaban a través de los cristales. En la lechería se oían los golpes secos de la mantequera que manipulaba Eliza Stoughton, la chica retrasada. La imaginación de Jesse se remontaba a los hombres del Antiguo Testamento, que también habían poseído tierras y rebaños. Recordaba que Dios había descendido del cielo y había hablado a aquellos hombres y deseaba que Dios reparara también en él y le hablase. Se apoderaba de él una especie de anhelo adolescente por dotar a su vida del mismo significado que la de aquellos hombres. Como era hombre rezador, hablaba con Dios en voz alta y el sonido de sus palabras reforzaba y alimentaba su ansiedad.
  “I am a new kind of man come into possession of these fields,” he declared. “Look upon me, O God, and look Thou also upon my neighbors and all the men who have gone before me here! O God, create in me another Jesse, like that one of old, to rule over men and to be the father of sons who shall be rulers!” Jesse grew excited as he talked aloud and jumping to his feet walked up and down in the room. In fancy he saw himself living in old times and among old peoples. The land that lay stretched out before him became of vast significance, a place peopled by his fancy with a new race of men sprung from himself. It seemed to him that in his day as in those other and older days, kingdoms might be created and new impulses given to the lives of men by the power of God speaking through a chosen servant. He longed to be such a servant. “It is God’s work I have come to the land to do,” he declared in a loud voice and his short figure straightened and he thought that something like a halo of Godly approval hung over him. «Soy un hombre distinto de los que hasta ahora han poseído estos campos—exclamaba—. ¡Mírame, oh, Señor, y observa también a mis vecinos y a todos los que me han precedido! ¡Oh, Señor, haz de mí otro Jesse3 capaz de gobernar a los hombres y engendrar hijos que también sean gobernantes!». Jesse se exaltaba al hablar en voz alta y, poniéndose en pie, empezaba a andar arriba y abajo por la habitación. Se imaginaba viviendo en la antigüedad entre los pueblos antiguos. La tierra que se extendía ante sus ojos adquiría una gran importancia y se convertía en un lugar poblado por su fantasía por una nueva raza de hombres que descendía enteramente de él. Estaba convencido de que en estos tiempos, igual que en los antiguos, podían fundarse reinos y dar nuevos bríos a las vidas de los hombres mediante el poder divino que se expresaba a través de un siervo escogido. Ansiaba ser ese siervo. «He venido a este mundo para realizar la obra de Dios», afirmaba en voz alta y su figura menuda se erguía y tenía la sensación de que una especie de halo de aprobación divina se cernía sobre él.
  It will perhaps be somewhat difficult for the men and women of a later day to understand Jesse Bentley. In the last fifty years a vast change has taken place in the lives of our people. A revolution has in fact taken place. The coming of industrialism, attended by all the roar and rattle of affairs, the shrill cries of millions of new voices that have come among us from overseas, the going and coming of trains, the growth of cities, the building of the interurban car lines that weave in and out of towns and past farmhouses, and now in these later days the coming of the automobiles has worked a tremendous change in the lives and in the habits of thought of our people of Mid-America. Books, badly imagined and written though they may be in the hurry of our times, are in every household, magazines circulate by the millions of copies, newspapers are everywhere. In our day a farmer standing by the stove in the store in his village has his mind filled to overflowing with the words of other men. The newspapers and the magazines have pumped him full. Much of the old brutal ignorance that had in it also a kind of beautiful childlike innocence is gone forever. The farmer by the stove is brother to the men of the cities, and if you listen you will find him talking as glibly and as senselessly as the best city man of us all. A los hombres y mujeres de tiempos posteriores tal vez les resulte difícil entender a Jesse Bentley. En los últimos cincuenta años la vida de nuestro pueblo ha sufrido un cambio enorme. De hecho, ha tenido lugar una auténtica revolución. La llegada de la industrialización, acompañada del tumulto y la agitación de los negocios, los agudos chillidos de los millones de voces nuevas que han venido hasta nosotros procedentes de ultramar, el ir y venir del ferrocarril, el crecimiento de las ciudades, el tendido de las líneas de trenes de cercanías que conectan las ciudades entre sí y pasan por delante de las granjas, y, en los últimos tiempos, la llegada del automóvil, han supuesto una tremenda transformación en la vida, las costumbres y el modo de pensar de los habitantes del Medio Oeste. Ahora hay libros en todas las casas, por muy mal escritos y peor concebidos que estén; las revistas tienen tiradas de millones de ejemplares y hay periódicos en todas partes. En nuestros días, un granjero junto a la estufa de una tienda de su pueblo tiene la cabeza llena a rebosar de opiniones ajenas. Los periódicos y las revistas se la han llenado de pájaros. La mayor parte de la vieja y brutal inocencia, que tenía también algo de hermosa inocencia infantil, ha desaparecido para siempre. El granjero junto a la estufa es hermano del hombre de la ciudad, y si uno le escucha, comprobará que emplea la misma verborrea insensata que cualquier habitante de una gran metrópoli.
  In Jesse Bentley’s time and in the country districts of the whole Middle West in the years after the Civil War it was not so. Men labored too hard and were too tired to read. In them was no desire for words printed upon paper. As they worked in the fields, vague, half-formed thoughts took possession of them. They believed in God and in God’s power to control their lives. In the little Protestant churches they gathered on Sunday to hear of God and his works. The churches were the center of the social and intellectual life of the times. The figure of God was big in the hearts of men. En los tiempos de Jesse Bentley, y en los distritos rurales de todo el Medio Oeste en los años posteriores a la Guerra Civil, las cosas no eran así. Los hombres trabajaban de firme y estaban demasiado agotados para leer. No les quedaba humor para las palabras impresas en papel. Mientras trabajaban en los campos, se adueñaban de ellos unas ideas vagas y rudimentarias. Creían en Dios y en el poder con que regía sus vidas. Se reunían los domingos en sus pequeñas iglesias protestantes para oír hablar de El y de sus obras. Dichas iglesias eran el centro de la vida social e intelectual de la época. La figura de Dios ocupaba un lugar primordial en el corazón de la gente.
  And so, having been born an imaginative child and having within him a great intellectual eagerness, Jesse Bentley had turned wholeheartedly toward God. When the war took his brothers away, he saw the hand of God in that. When his father became ill and could no longer attend to the running of the farm, he took that also as a sign from God. In the city, when the word came to him, he walked about at night through the streets thinking of the matter and when he had come home and had got the work on the farm well under way, he went again at night to walk through the forests and over the low hills and to think of God. Por eso Jesse Bentley, que había sido un niño muy imaginativo y tenía en el fondo una gran ansiedad intelectual, se volvió con total sinceridad hacia Dios. Cuando la guerra le arrebató a sus hermanos, vio en eso la mano de Dios. Cuando su padre enfermó y no pudo seguir ocupándose de la granja, lo tomó también por una señal divina. En la ciudad, cuando le llegó la noticia, estuvo paseando de noche por las calles pensando en todo aquello, y después de regresar y ponerse al frente de la granja, volvió a adoptar la costumbre de salir a pasear de noche por el bosque y las colinas a pensar en Dios.
  As he walked the importance of his own figure in some divine plan grew in his mind. He grew avaricious and was impatient that the farm contained only six hundred acres. Kneeling in a fence corner at the edge of some meadow, he sent his voice abroad into the silence and looking up he saw the stars shining down at him. Mientras paseaba, la importancia de su participación en una especie de plan divino iba creciendo en su imaginación. Le dominaba la codicia y le impacientaba que la granja tuviera sólo seiscientos acres. Se arrodillaba junto a la cerca de un prado, clamaba al cielo en mitad de la noche y, al elevar la mirada, veía las estrellas que brillaban para él en el firmamento.
  One evening, some months after his father’s death, and when his wife Katherine was expecting at any moment to be laid abed of childbirth, Jesse left his house and went for a long walk. The Bentley farm was situated in a tiny valley watered by Wine Creek, and Jesse walked along the banks of the stream to the end of his own land and on through the fields of his neighbors. As he walked the valley broadened and then narrowed again. Great open stretches of field and wood lay before him. The moon came out from behind clouds, and, climbing a low hill, he sat down to think. Una tarde, varios meses después de la muerte de su padre, y cuando el parto de Katherine era inminente, Jesse salió de casa y fue a dar un largo paseo. La granja Bentley estaba situada en un vallecito regado por el arroyo Wine, y Jesse estuvo paseando a la orilla del riachuelo hasta la linde de sus tierras y por los campos de sus vecinos. A medida que andaba, el valle se fue ensanchando y luego volvió a estrecharse. Grandes extensiones de bosques y campos de labor se abrían ante él. La luna salió de detrás de las nubes y Jesse trepó a una pequeña colina y se sentó a meditar.
  Jesse thought that as the true servant of God the entire stretch of country through which he had walked should have come into his possession. He thought of his dead brothers and blamed them that they had not worked harder and achieved more. Before him in the moonlight the tiny stream ran down over stones, and he began to think of the men of old times who like himself had owned flocks and lands. Pensó que, por ser él el verdadero siervo de Dios, todas las tierras por las que había pasado deberían ser suyas. Pensó en sus hermanos muertos y les reprochó que no hubiesen trabajado y conseguido más. Delante de él, a la luz del claro de luna, el riachuelo corría entre las piedras, y Jesse empezó a pensar en los hombres de los tiempos antiguos que, como él, habían poseído rebaños y señoreado tierras.
  A fantastic impulse, half fear, half greediness, took possession of Jesse Bentley. He remembered how in the old Bible story the Lord had appeared to that other Jesse and told him to send his son David to where Saul and the men of Israel were fighting the Philistines in the Valley of Elah. Into Jesse’s mind came the conviction that all of the Ohio farmers who owned land in the valley of Wine Creek were Philistines and enemies of God. “Suppose,” he whispered to himself, “there should come from among them one who, like Goliath the Philistine of Gath, could defeat me and take from me my possessions.” In fancy he felt the sickening dread that he thought must have lain heavy on the heart of Saul before the coming of David. Jumping to his feet, he began to run through the night. As he ran he called to God. His voice carried far over the low hills. “Jehovah of Hosts,” he cried, “send to me this night out of the womb of Katherine, a son. Let Thy grace alight upon me. Send me a son to be called David who shall help me to pluck at last all of these lands out of the hands of the Philistines and turn them to Thy service and to the building of Thy kingdom on earth.” Un impulso descabellado, que era en parte temor y en parte codicia, se apoderó de Jesse Bentley. Recordó que, en la vieja historia de la Biblia, el Señor se había aparecido a aquel otro Jesse y le había pedido que enviase a su hijo David a donde Saúl y los israelitas estaban combatiendo a los filisteos en el valle de Ela4. Jesse se convenció de que todos los granjeros de Ohio que poseían tierras en el valle del arroyo Wine eran filisteos y enemigos de Dios. «Supongamos—musitó para sus adentros—que hubiera uno de ellos que, como Goliat, el filisteo de Gat, pudiera derrotarme y arrebatarme todas mis posesiones». En su imaginación revivió el terrible temor que, según pensó, debió de embargar a Saúl antes de la llegada de David. Se puso en pie de un salto y echó a correr en mitad de la noche. Mientras corría clamaba a Dios. Su voz resonó más allá de las colinas. «¡Jehová, Señor de los Ejércitos—gritó—, envíame esta noche a un hijo del vientre de Katherine. Descienda sobre mí tu gracia. Envíame un hijo al que llamaré David y que me ayudará a arrancar por fin todas estas tierras de las manos de los filisteos para ponerlas a tu servicio y consagrarlas a la construcción de tu reino en la tierra!».